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Compartimos una selección de poemas de Emily Dickinson traducidos magistralmente al castellano por Paulina Vinderman.

Mi vida terminó dos veces antes de su fìn—
Aún queda por ver
Si la Inmortalidad me revela
Un tercer suceso

Tan inmenso, tan imposible de concebir
Como esos dos que acontecieron.
La ruptura es todo lo que sabemos del cielo,
Y todo lo que necesitamos del infierno.

 

 

 

Morí por la Belleza— pero apenas
Colocada en la Tumba
Dejaron a Alguien que murió por la Verdad
En el cuarto contiguo—

Me preguntó en voz baja la causa de mi muerte,
“Por la Belleza”, repliqué—
“Y Yo— por la Verdad— las Dos son Una—
Somos hermanos, dijo”—

Y así, como Parientes, reunidos una noche—
Hablamos de un Cuarto a otro—
Hasta que el Musgo alcanzó nuestros labios—
Y cubrió —nuestros nombres—
(1862)

 

 

 

El Dolor —tiene un elemento en Blanco—
No puede recordar
Cuándo comenzó —o si existió
Un momento en que no estaba—

No tiene Futuro —salvo él mismo—
Su Infìnitud contiene
Su Pasado —que se ilumina al percibir
Nuevos Períodos —de Dolor.
(1862)

 

 

 

Fui a darle las gracias —
Pero Ella Dormía—
Su lecho —un embudo de Piedra—
Con Flores a la Cabecera y a los Pies—
Que habían arrojado —los Viajeros—

Que fueron a darle las gracias—
Pero Ella Dormía—
Fue Breve —cruzar el Mar—
Para llegar a verla como si aún viviese—
Pero el regreso —fue demasiado lento—
(1862)

Nota: este poema está dedicado a Elizabeth Barret Browning, a quien ella tanto admiraba.
No podía saber entonces, que su poesía llegaría aún más lejos que la de su predecesora.

 

 

 

Denme el atardecer en una taza,
Recuenten los frascos de la aurora
Y díganme el número exacto de Rocío.
Cuéntenme hasta dónde brinca la mañana —
Cuéntenme cuánto duerme el tejedor
Que hiló los paños del azul.

Escríbanme cuántas notas hay
En el éxtasis del nuevo Petirrojo
Sobre las nuevas ramas asombradas —
Cuántos viajes hace la tortuga—
Cuántas tazas la abeja se adjudica,
Viciosa de rocío.

¿Quién colocó al arco iris sus pilares,
Quién guía las dóciles esferas
Por medio de juncos de flexible azul?
Qué dedos pulsarán la estalactita—
¿Quién cuenta el dinero de la noche
Para ver que no se debe nada?

¿Quién construyó esta casa pequeñita
Y dejó las ventanas tan cerradas
Que mi alma ya nada puede ver?
¿Y quién me sacará un día de fiesta
Con alas para el vuelo,
Cruzando los umbrales con gran pompa?

(1859)

 

 

 

Dios hizo una Genciana pequeñita—
Trató— de ser rosa—
Y no lo consiguió —y se rió el Verano.
Pero muy poco antes de las Nieves,

Apareció una Criatura Púrpura,
Que enamoró a toda la Colina,
Y el Verano inclinó su frente,
Y se acalló la burla—

El Hielo era su sitio—
Y el Tirio no vendría
Hasta que el Norte—lo invocara—
Creador—¿floreceré?
(1862)