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Cynthia Matayoshi Escritora y poeta argentina (Buenos Aires, 1971). Doctora en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Mi primera novela, La sombra de las ballenas se publicó en Argentina en 2019 (editorial Marciana), en España en 2020 (Trampa ediciones) y en Colombia en 2021 (Ediciones Vestigio). Publiqué poemas en las Antologías Otras nosotras mismas (Agua Viva ediciones, 2020) y Cómo decir (editorial Ruinas Circulares, 2019) y cuentos en Escritoras de Urras y Audiocuentos de la Nueva Narrativa Argentina.

 

 

 

Hay una constelación hirviendo
adentro de la piedra

Marosa Di Giorgio

Mi bisabuela cree que adentro de las piedras
hierve algo
por eso las busca en los jardines
de otras casas.

En las piedras está el futuro
y también el pasado.

Invita a una vecina a tomar licor
que prepara por la noche
la deja usar el teléfono.
A cambio, una piedra.
Cuando se va
se suelta el rodete y baila.

En los pies está lo que hierve.

A la piedra le habla en otro idioma
no se puede lavar
ni cambiarla de su sitio.
La mira arrodillada.
El pelo blanco se extiende en las baldosas de damero.

Lo que me quitaron lo recuerdo.

 

 

A San Andrés de Teixido vai de morto
quen non foi de vivo.

Dicho popular gallego.

En el camino de Teixido
encontramos animales que se arrastran:
serpientes, lagartijas,
babosas negras,
Son almas que cumplen una promesa.
¿Por qué van junto a los vivos
en la ruta de San Andrés?

Dicen que no hay que pisarlas
ni cortarles la cabeza.
A veces tengo el impulso de partirlas por la mitad.
Pisar una hormiga,
aplastar una babosa
sería volver a matar a un difunto
que se empeña en entrar al Paraíso.
¡Cuánta esperanza para estar muerto!

Si estuviera muerta y fuera una serpiente
haría el camino de Teixido
sin entrar a la parroquia
solo para morder las flores
que crecen
aferradas a los acantilados.

 

 

A San Andrés de Teixido
van dos y vuelven tres.

Dicho popular gallego.

No creemos en el juicio final
pero vamos a Teixido
a robar piedras de los milladoiros.
Volvemos con los bolsillos repletos
y bajamos a los acantilados.
Es lo que más me gusta:
ir hasta la orilla del océano
y perderme entre las rocas,
mirar clavelinas del mar
bailando con el viento.

No creemos en el mal de amores
pero arrancamos armeria pubigera
herba de namorar
la atamos a una vara de avellano
con ramitas de tejo.

En casa hervimos la maraña de hojas,
las flores son para la noche.
Si las comemos tibias
el efecto mágico perdura.
No se las doy a los hombres,
las comparto con los lobos.

 

 

 

Mia irmana fremosa, treides comigo a
la ygreia de Vigo, u é o mar salido e
miraremos las ondas!

Cuando el mar de Vigo está crecido
corremos a la orilla con mis hermanas
vemos cinco caballos,
cada uno sale de las crines del otro.
El galope levanta la espuma de las olas
y nos salpica la cara,
sueltan un relincho amarillo
como un verano infantil.
Guardamos arena en las uñas
y cinco cantos rodados.

Hay que lanzarlos hacia arriba
que no toquen el suelo
o morirán los caballos.

 

 

 

No todos los martes
son días de carnaval.

Refrán gallego

Esta noche llevamos máscaras
de madera de abedul
con ojos ahuecados
y colores que vamos a recordar
por varios siglos.

Los merdeiros
caminan por el pueblo
espantando a los vecinos
con pescado podrido.

Antes de quemar al Meco
escribimos
las cosas que nos dan asco:
los hombres del gobierno
la tía M
la vecina que quiso matar a nuestro perro
el padre de A
ser pobres

con el fuego
las palabas se vuelven manchas
suicidas
las vemos caminar
en cuatro patas
y ahogarse
en la fuente de la plaza.

 

 

 

En la fiesta del Samaín
elegimos una mazana,
la partimos por la mitad
y la llenamos con miedos,
después la enterramos.

hay que tener cuidado con las espinas,
son para pinchamos
el lóbulo de la oreja.

¿A quién querrías ver esta noche?,
pregunta mi primo,
¿a quién querrías abrazar?

Nos ponemos máscaras
de calabaza seca
esperando a nuestros muertos.
Mi hermana cuelga flores de cidros
en puertas y ventanas.

Que el fuego del serbal no se apague.

El aire cítrico nos emborracha,
pétalos blancos y violetas,
bailo con mis difuntos
con un vestido floreado.

Mi abuelo es un joven de rulos
musculoso,
vino con su bicicleta,
creo que estoy enamorada de su sonrisa.

Que el fuego del serbal no se apague.

La abuela se pintó los labios de rojo,
cumplió catorce años
y le gusta mostrar su cuerpo.
Sirve licor de chocolate,
el mismo que le robaremos por la noche
¿cuántos años después?
Apenas pude abrazarla y se fue
a bailar con mi abuelo.

La esencia de las flores
dura siete minutos
luego, desaparece.

Mi abuelo olvidó su bicicleta,
la abuela nos dejó una piedra.
Cuando ellos se van
tomamos el licor debajo de la mesa
nuestra casa vuelve a ser la de siempre
todo es perfectamente ominoso
nuestro dolor es ancestral
y dura todo el verano.