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CARLOS CATENA CÓZAR (1995) nació en Torres de Albanchez y pasó la adolescencia en Jaén (ambos lugares en España). Estudió Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada, oficio con el que se gana la vida. Acaba de publicar su segundo poemario, Estar con otro (Pre-Textos, Valencia, 2023). Con el primero, Los días hábiles (Hiperión, Madrid, 2019), mereció el Premio Hiperión de Poesía y tuvo una gran acogida entre el público lector y la crítica. Sus poemas han aparecido publicados en numerosas revistas y antologías, y se han traducido al inglés, polaco, rumano, árabe e italiano. Entre 2020 y 2022 fue beneficiario de una beca de creación literaria en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En 2023 recibió el Premio Valencia de Narrativa en Castellano por su primera novela, Tan tonta, que publicará en otoño de este mismo año la editorial española La Caja Books.

 

¿Cuál es la historia de tu nombre?

Que yo sepa no hay ninguna. Somos tres hermanos y yo soy el pequeño, creo haber oído en algún momento que era el nombre que menos le gustaba a mi padre y que por eso esperaron hasta el último para ponerlo. En España hay muchos Carlos de mi edad, supongo que estuvo de moda en los 90.

 

¿Qué música suena cuando escribís?

Ninguna, cuanto más silencio haya, mejor.

 

¿Cuál fue el primer libro que te impactó y por qué?

No lo tengo claro. Creo que fue Te llamaré Viernes, de Almudena Grandes, o La voz dormida, de Dulce Chacón. Fueron dos libros que leí antes de tuviera edad para ello, que es la mejor edad para leer un libro, y que me abrieron todo un universo de posibilidades. Recuerdo tener la revelación de “ah, así que esto es lo que puede un libro”.

En poesía tengo un recuerdo un poco similar de Poetry is not dead, de Luna Miguel, porque fue el primer libro de una poeta joven que leí y el que me hizo darme cuenta de para qué podía “servir” un poema hoy. Y también me impactó mucho el Romancero gitano de Lorca, me parecía una cosa tan moderna y actual que no me cabía en la cabeza que tuviera casi 100 años.

 

Al escribir, ¿sos consciente de tus lectores?

Siempre. Creo que decir lo contrario sería negar la naturaleza misma de la escritura, que es salir a buscar a alguien que quiera y pueda escuchar lo que tenemos que decir. En eso vivimos y en eso creamos y, por supuesto, en eso escribimos, en la búsqueda del interlocutor que diría Gaite.

 

¿A qué color crees que se parece tu escritura?

Un poco azul y un poco mostaza, pero no es una respuesta muy original porque así son las portadas de mis dos libros. No soy muy sinestésico… Aunque un poco burdeos también podría ser.

 

¿Atesoras algún libro firmado? ¿por quién?

Creo que los que guardo con mayor fetichismo son uno firmado por Annie Ernaux y otro por Ida Vitale. Luego tengo muchos libros de personas muy cercanas, que atesoro no tanto por fetichismo como por cariño a quien los escribe. Las dedicatorias de esos libros son como fotos de momentos felices.

 

¿Cuál es tu película favorita?

A lo mejor Volver, de Almodóvar. Pero también me gusta mucho Apichatpong, aunque no sabría elegir una.

 

¿Quién es tu artista plástico favorito?

No tengo ningún artista plástico al que siga de manera más o menos fiel, picoteo entre todo lo que me voy encontrando.

 

¿Te quedaste con algún libro prestado?

Ah, sí, soy bien ladrón. Siempre pido prestados y no devuelvo libros que me da vergüenza comprar. El último fue el libro de una poeta contemporánea que me cae bastante mal y que solo quería leer con la esperanza de que fuera malo (y no era tan malo después de todo). También robé Rojo, blanco y sangre azul, me lo pasé genial leyéndolo, pero qué vergüenza. Me lo prestó un amante que decía que le gustaba mucho leer, así viven algunas.

 

¿Qué libro no te devolvieron?

“Desierto sonoro” y me duele muchísimo cada vez que me acuerdo. Lo tenía muy subrayado y anotado, para mí es un libro importantísimo, lo echo de menos… Este me lo robó un amante a mí, voy a lanzar un mensaje para él: si me lees, ahora que ha pasado el tiempo podemos ser amigos, nos tomamos un día un café y así me devuelves el libro.

 

¿Qué consejo de escritura le darías a tu Yo del pasado?

Uy, que no se agobie, que eche paciencia y que pierda la vergüenza. Que pregunte a más gente antes de empecinarse con algunas decisiones. En realidad todo esto tiene más que ver con el aspecto editorial que con el literario. En lo literario no se me ocurre nada, no me siento tan alejado de mi yo del pasado como para poder hablarle desde otro lugar.

 

¿En qué lugar te gustaría estar en este momento?

Ahora mismo estoy preparando un viaje a Colombia, así que me apetece estar ya allí, caminando por el parque Tayrona, donde según Google viven bastantes monos. Sin ponerme tan exótico, cualquier playa me vale, me gusta mucho el mar. Hay dos esquinitas del mapa de España que para mí tienen el mar perfecto: el Cabo de Gata, en el sureste, y la isla de Ons, en el noroeste.

 

¿Cómo ordenas tu biblioteca?

Los separo por género, y dentro del género los ordeno por editorial y por tamaños. Tampoco es una decisión muy intelectual, simplemente así lo tengo todo localizado y la estantería parece ordenada.

Carlos Catena Cózar (España, 1995). Poeta, escritor y traductor
Carlos Catena Cózar

 

¿A qué libro regresas cada tanto?

Ay, no sé. Quizá la poesía completa de Vilariño o Tengo miedo torero, de Lemebel. Al final de este formulario va a parecer que me he leído solo siete libros, porque siempre hablo de los mismos. Y quiero que conste que es verdad, que solo me he leído siete libros.

 

¿Qué autor no te cansa nunca?

Así a bote pronto se me vienen Sara Mesa, Annie Eranux, Sara Gallardo y Alice Munro. Respondo pensando en autores de los que he leído mucho y que siempre que voy a una librería miro a ver si hay algún libro que no tenga ya. En poesía creo que la única que no me satura es Anne Carson. Pero la poesía satura bastante, en mi opinión. Los poetas exigen muchas cosas.

 

¿Reescribirías tu primer libro?

No, quitaría algún verso concreto y arreglaría un par de cacofonías que he encontrado después, pero no lo tocaría mucho. Es un libro que nació en un momento muy concreto como respuesta a un tema todavía más concreto, que es la sorpresa ante el lugar que ocupa el trabajo en nuestras sociedades y lo cansado que es trabajar, así que creo que es un libro que solo se puede escribir con la edad con la que lo hice. Creo que estuvo bien.

El primero primero, no obstante, nunca lo publiqué, así que tampoco lo reescribiría, ¡viajaría al pasado para no escribirlo!

 

¿Qué libro te hubiera gustado escribir?

Tengo miedo torero, de Lemebel, Los galgos, los galgos, de Sara Gallardo, y Autobiografía de Rojo, de Anne Carson. Y, ya puestos, el Romancero gitano también. Siento que en esos libros está todo lo que soy, no en el sentido de “el escritor que soy”, sino la persona que soy. Realmente siento que son libros que hablan de mí, esta cosa tan loca que tiene el arte cuando nos apela tanto que es como si nos hablara desde dentro de nosotros mismos. Yéndome por las ramas, me gusta mucho el lugar común de las redes sociales de decir “esto soy yo literal” ante cualquier cosa, creo que detrás de esa coletilla hay mucho que desentrañar sobre cómo conocemos.

 

¿Podés mencionar tres poetas vivxs que te gusten mucho?

Otra vez Anne Carson, pero también Erika Martínez, que para mí es la poeta española que está escribiendo la obra más interesante actualmente, y el poeta al que más recientemente he llegado y que más me ha sorprendido, Eduardo Milán.

 

¿Para qué escribir?

La semana pasada, leí en Las tempestálidas, de Gospodínov, que se empieza a escribir cuando uno se da cuenta de que no basta con acordarse, o para hacer cuando escribes lo que no eres capaz de hacer cuando vives. Y ayer leí En El libro vacío, de Josefina Vicens, que la escritura es el único mecanismo para tomar posesión de un tiempo y un espacio que, por lo demás, nunca nos pertenecen. Por último, Eduardo Milán dice en una entrevista (cito de memoria porque no soy capaz de encontrarla) que lo que no se puede hacer es escribir como si no pasara nada.

Creo que en estos cuatro esbozos de definiciones está la clave. Escribir para ir más allá de lo meramente humano, es decir, para ponerle remedio a la vida, pero con actitud combativa, que es un actitud llena de esperanza.

 

¿Qué es la poesía?

No lo tengo muy claro, por eso solo sé escribir poemas en el momento justo en el que los estoy escribiendo. Pensando a partir de unos versos de Machado, que dicen “te doy la madeja, saca tú el ovillo”, pensé hace poco que la narrativa tiene mucho de saber sacar un ovillo (o un carrete o un lío de nudos estratégicamente dispuestos) de la madeja de ideas que tiene el autor en la cabeza, pero que la poesía consiste en saber poner sobre el papel esa misma madeja, intacta, tal y como la tiene el poeta dentro. La clave del poema es que no pueda ser otra cosa.