Poeta y estudiante de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán. Barcos que regresan al bosque es su primer libro.
Está claro que la juventud y la paciencia son prácticamente un oxímoron, pero en la poesía de Valentín Cantón lo esencial es ser faro. Los versos funcionan como un llamado al regreso, que puede ser el útero de la madre, pero también son un recuerdo del porvenir, como al sexo en movimiento o a lalengua viva. Pero no hay desesperación en la lejanía del faro porque el lenguaje da señales precisas: en pocos años se abre el deseo de imaginar un cuerpo, un amor, un lugar. Hay un crecimiento invertido, nos hacemos altos en el pozo y nos venimos del afuera para ir hacia adentro. Escribe Cantón «la escritura no consuela, recuerda» y como una pitonisa nos ilumina el trayecto de la poesía del futuro. Por suerte, nosotros tenemos la oportunidad de ser sus testigos.
Tanto carga en sí este libro sorprendente, este frasco donde la infancia brilla y se apaga intermitente como una luciérnaga. Carga un cuerpo que habrá de construirse con los retazos de los cuerpos que lo hayan tocado y toque, un cuerpo que es un árbol que crece/ donde no debería, una materia que desobedece y porfía y reniega.
Flores de trapo en el desierto, Paulina Vinderman