Ezequiel Nacusse (Tucumán, Tierra del Fuego, 1990) es Licenciado en Letras por la Universidad Nacional de Tucumán. Fue becario del Centro de Estudios Latinoamericanos Universidad de Colonia, Alemania, y participó de las residencias para artistas FILBA-CCR y Enciende Bienal. “La alegría doméstica de las plantas” mereció el Premio de Poesía Lugar Común (Estados Unidos). Es organizador del Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT). La selección de textos pertenece a “Estrellas al fondo del río” (Aguacero Ediciones, 2024)
AYER ALGUIEN ME DIJO
he escrito un poema para vos:
es como si estuvieras en la cima
de una montaña tranquilo…
pero en realidad estoy
en una boca de subte.
No tengo plata y tampoco
sé bien a dónde ir.
Camino y siento que algo
se mueve en el centro del pecho
donde aparentemente
está el corazón,
el verdadero,
y deja un vacío
que es algo nuevo.
Me pregunto
quién vendrá ahora
y entonces en ese momento,
sin pensarlo,
recibo tu mensaje:
he escrito un poema para vos.
Y de un espacio de agua
profundo, vivo, azul,
emerge una roca gigante
con un ecosistema completo,
con arbolitos y pájaros de colores
y hasta un náufrago llorando
en mi corazón,
en el verdadero.
Así llega una especie de alegría.
Bueno,
estoy acá
USTEDES PUEDEN TERMINAR ESTE POEMA POR MÍ
En el pizarrón está escrito: trabajar
cada día para que el ego
no aplaste su inteligencia.
Los estudiantes dibujan sobre las mesas.
Repito en silencio: trabajar cada día…
Cuando era chico caminaba
por una avenida congelada
de casa hacia la escuela
en una ciudad todavía oscura
a las 9am. Me acuerdo
de mis zapatos negros andando
como cucarachas por el asfalto
escarchado. Las manos se ponían
rojas por el frío y tenía
la sensación de poder ver el hueso
de mis nudillos traspasar la piel.
Ahora voy hacia el fondo
del salón, una luz amarilla y ruidos
de colectivos y peatones interrumpen
el desarrollo de la clase. No tengo
nada para enseñarles, creía
que podía llegar a ser un gran artista.
Trabajar cada día para que tu ego
no desprecie tu amor propio. Vamos,
el amor propio es diversión,
adelante, patinen en sus zapatos.
Vamos,
ustedes eligen a dónde
y pueden
resolverlo bien,
(son solo palabras).
Vamos,
ustedes pueden
terminar este
poema por mí
EL POEMA QUE ME ESCRIBIRÍA SI FUERA VOS
Es la edad en que las chicas somos deformes.
Tenés un brazo más largo que el otro,
no aprendés a correr, te duelen
los pechos y no sabés bien
con qué cara mirar a Jesús.
Les conté a mis amigas
que en la cama
Ezequiel sólo me tocó la cara.
Fue como besar un fantasma. Ezequiel dijo
hablar con vos es ir
por un campo minado
y me hizo llorar.
Sentía que estaba bien llorar.
Me saqué fotos
y se las mandé a ellas.
Puede parecer que no sé estar triste
pero no es verdad.
La verdad es que no sé llorar por él y hay perros
que vi que lloran mejor que yo.
Paseamos todo el fin de semana,
nos dimos la mano cuando dijimos chau.
Él se quedó en la placita de los animales
apoyado en la réplica
de una jirafa. Me di la vuelta
para verlo: estiraba la mano
para saber qué tan alto era.
Bajito, sos bajito, no llegás a la mitad del cuello.
FLORES EN SU I-PAD
Todas las mañanas
David Hockney
dibuja flores en su i-pad
y se las envía a sus amigos:
tallos
que no necesitan del sol
ni del agua.
O por ahí sí.
El sol
que lo despierta con un rayito
en su departamento de Kensington High Street
rodeado de tiendas lujosas y cafecitos
y el agua fría de la canilla
con la que se lava las manos
y se refriega los ojos
frente al espejo.
Igual
que vos y yo,
agua y sol
es todo lo que necesitamos.
Que nos hablen cuando despertamos,
que nos den la mano para cruzar la calle,
que alguien nos diga
en este lugar estás hermoso.
Sé que ayer fue un día feo, pero hoy
tenés flores en tu casilla de mail.
Dales de tu agua,
alumbralas con tu sol.
Ellas van a cuidarte,
te lo prometo.
SALIR
Salir de los poemas de amor
como quien sale de una reunión
sin que nadie se dé cuenta.
Los saludos en la mesa, los billetes,
restos de una cena
en la que permaneceré callado,
y después ir
pero hacia dónde.
Los vestidos de las chicas que soñé
cuelgan cada día
en la soga de mi memoria.
Se secan al sol.
Se mojan cuando llueve.
Nadie viene a buscarlos.
MIS DÍAS FELICES
Con mi novia pintamos los muebles de la casa
de colores brillantes en la terraza del edificio
y después nos reímos de lo feo que quedan
y nos lamentamos y nos decimos
que nada es para siempre.
Ya no quiero ser joven
ir a fiestas a arrancarme el corazón
con pasitos de baile secretos
con pasitos de baile prohibidos
para el cuerpo en el que habito.
Imagino entonces que soy una estrella melancólica
toda lunar enquistada en las puertas del cielo
y pido un deseo para mi yo de abajo:
que Ezequiel pueda vestirse de mujer sin tener vergüenza
que se pinte los labios con aerosoles
y el alma con brillantina
que su barba crezca como un río
y que sus palabras se queden con el viento
que el peronismo gane las elecciones
que el pasto sea no-binario, es irónico,
que sea pasto y nada más
que los recibos de sueldos vengan con flores
y que los jubilados vivan como reyes.
Ya no deseo nada para mí.
Me divierto pensando que una vez estuve triste
y que una poeta me dijo sos un hombre de cristal.
Sí
Soy un hombre de cristal
y me rompí.
Nunca quise ser una dama de hierro.
Aspiro las esquirlas
le doy de comer a las gatas
pongo en orden la cama y la casa
prendo una velita y bailo dócilmente
la alegría doméstica de las plantas.
Estoy contento de haber llegado hasta acá
Ya no soy joven, pero somos hermosos.